viernes, 24 de abril de 2015

Medios de (in)comunicación

Desde el establecimiento de Internet para su uso comercial (principios de la década de 1990), y de la utilización del correo electrónico como medio de comunicación por texto, han sido varias las herramientas que han surgido para posibilitar la mensajería instantánea, o lo que se conoce habitualmente como chat. Voy a mencionar quizás las más conocidas, o las que más he utilizado yo, aunque hay muchas otras:

jueves, 16 de abril de 2015

Tu caminata

Para celebrar la llegada del fin de semana os dejo un texto de este gran hombre, que sufrió mucho, y dedicó su vida a hacer reír a la gente.

"Tu caminata aún no terminó. La realidad te acoge diciendo que en adelante el horizonte de la vida necesita de tus palabras y de tu silencio. Si mañana estás triste, acuérdate de la fantasía y sueña con tu propia victoria.

lunes, 13 de abril de 2015

Piedras en mi camino

Fernando Pessoa
En la primera entrada de mi blog hablé un poco de lo que pienso de mi lengua materna, el castellano.

Hoy voy a hablar de un autor portugués, Fernando António Nogueira Pessoa (Lisboa, 13 de junio de 1988 - 30 de noviembre de 1935), del que no he leído mucho pero en el que tengo un gran interés. Creo que se puede sacar mucho jugo a sus palabras y a su pensamiento.

Copio aquí un texto suyo que me parece brillante:

viernes, 10 de abril de 2015

La importancia de dejarse querer

Tres niños amigos
Hace algún tiempo, un amigo mío me hizo la siguiente pregunta, aparentemente sencilla:

- ¿Qué te hace feliz?

Le respondí:

- Me hace feliz que alguien me muestre cariño.


Mi amigo se sorprendió al escucharme, ¿extrañamente? O quizás no tanto…

viernes, 3 de abril de 2015

Súbete al relámpago

Rayo de nube a tierra
Hoy voy a relatar la extraña experiencia que tuve hace un tiempo en mi pueblo. Una noche había una tormenta muy rara. No llovía, y caían rayos sin que se oyeran los truenos. Me entró la curiosidad, pues siempre me interesaron los fenómenos naturales. Así que salí al monte, sólo, con estos mis dos únicos acompañantes, mi mechero y un paquete de cigarrillos.

Después de vagar un rato entre los árboles me senté al lado de una especie de choza antigua. La tormenta había amainado levemente. Saqué mi mechero y lo encendí en alto, levantado sobre mi mano izquierda. Según hacía yo esto se acumuló sobre mí una masa de nube más oscura que el resto que se esparcía por el cielo.